Muchos profesores en la urbanidad dicen: ¡Qué fácil
debe ser profesor rural, si solo tienen 5 o 6 estudiantes! Yo les diría a ellos que ni se imaginan la cantidad de
trabajo que tiene un profesor rural, porque no solo se debe preocupar del
curriculum como lo hacen los profesores de en las ciudades, que al sonar la
campana los estudiantes se van. En las localidades rurales además se deben
preocupar de las necesidades que pasan a diario, de las dificultades que tienen
en sus hogares y por supuesto, si alguno necesita ayuda debemos estar prestos a
ayudarles ya sea en trabajos, exposiciones o tareas. Entre muchas otras cosas.
Una de las cosas hermosas de ser
profesor rural de estudiantes con problemáticas sociales y/o educativas, es que
vives la pedagogía de una manera inexplicable. Día a día se debe luchar para
encantar al niño en aprender nuevas cosas. Muchas veces desde sus casas van a
llegar con problemas, enojados o con su ánimo alterado. Pero el poder sacarle
una sonrisa y que se olvide de lo anterior, produce una sensación de
satisfacción. Reafirmando el deseo por la que deseaste ser profesor. Quizás la
primera, la segunda o la tercera clase saldrán mal o tal vez en los primeros años de profesión, Pero sé que
si esas ansias y fuerzas que me mueven a lograr tales cosas en los niños se
mantienen intactas en mí, podré lograr grandes cosas en sus vidas.
Por otro lado está el escaso
apoyo de incentivar el estudio por parte de su núcleo familiar, algo que
también tiene y debe afrontar un profesor rural. Tratando de mediar y luchar
por que el niño pueda estudiar un poco en su casa, reforzar o leer unos
minutos. No lo viví personalmente, pero si lo vi en los profesores de la escuela
en la que realice esta práctica profesional. Y hay familiares que se quedan en
la palabra de comprometerse, sin saber que los más perjudicados no son ellos
más bien los educandos, algo que el docente rural debe luchar fuertemente día a
día.
El hecho que tus estudiantes te
digan si te quedarás el próximo año o que te extrañarán, es un gesto que no lo
tiene cualquier niño, claramente es una muestra de afecto que quedará marcada
fuertemente en mi interior y que con la gracia de Dios pude experimentar en
esta escuela y no en otra. Me doy por pagado.
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